Microrrelato: “Saltus Novalis”
Eran los lamassus de Sandoval unas esculturas de primer nivel; sus colosales dimensiones poseían el magnetismo de otras épocas históricas. Para el peregrino despistado, era muy emocionante ver el hieratismo que desprendían estos toros androcéfalos y alados. Pero ¿cómo podían existir semejantes seres de piedra en pleno Camino de Santiago? Todo tenía una explicación: cuando llegó el ocaso de las ciudades mesopotámicas de Asiria estos lamassus ascendieron a la bóveda celeste, volaron hasta el Occidente y, como en la epopeya virgiliana, buscaron un nuevo hogar donde establecerse. La confluencia de los ríos Esla y Porma, evocando al Tigris y al Éufrates, era el lugar ideal. Ya en tiempos medievales, el conde Ponce de Minerva y su esposa Estefanía Ramírez, conocedores de esta leyenda, impulsaron la construcción de un monasterio cisterciense respetando el emplazamiento original de estas esculturas; y así fue como el Monasterio de Santa María de Sandoval (s.XII) se convirtió en el monumento más mágico de la fértil Mesopotamia Leonesa. Pero después de la Desamortización de Mendizábal estos lamassus fueron enterrados por miedo a ser vendidos. ¿Dónde están? Nadie lo sabe, pero en una hacendera organizada por ProMonumenta un socio aseguró haber encontrado una pata en el claustro…
Autor: Héctor Bayón Campos, de Mansilla de las Mulas (León)
Escucha el microrrelato
Fotografía de Smart Drone bajo licencia Creative Commons (CC BY 3.0)