Microrrelato: “Soirée en Granada”
El crepúsculo se ceñía sobre los tejados de la imponente Alhambra. Un ligero viento estival sacudió los arrayanes que flanqueaban la alberca del patio en el que, bajo la arcada principal, tañía el laúd para el sultán. Dos hojas blancas se desprendieron de su corola y cayeron sobre las tranquilas aguas de la acequia, ondulando y uniéndose en el centro de la misma. Entonces, llevadas por la brisa, empezaron a moverse “bailando” una desenfrenada danza. Las velas de las lámparas encendidas hacían guiños en las estancias palatinas titilando al compás de su hechizo. Cautivado por aquella sutil imagen y poseído por una extraña sensación, comencé a puntear una canción prohibida llena de intervalos apasionados y seductores. Una esclava cantora quiso acompañar, con gráciles movimientos, las armonías de mi música. Sus velos sobrevolaban los rostros de los embriagados asistentes que yacían en almohadones cachemir; escorzos imposibles me obligaban a mantener vivo el tempo, y juntos, nos sumergimos en un mundo etéreo donde el arte nos hacía libres. Al tocar el último acorde cayó exhausta. Levantó la mirada y sus ojos se clavaron en mi alma. Los pétalos del estanque se separaron y… volvió el silencio a la noche nazarí.
Autor: Ignacio Calle Albert, de Burjasot (Valencia)
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